El mar de bronce

El mar de bronce
Por: Ricardo Hernández Soto

Mar de bronceEn todas las épocas del hombre han existido templos, estos son el reflejo del universo según la concepción del hombre, este los construye a su proporción y conocimientos del mismo, estos fueron evolucionando dependiendo de las diferentes simbolismos que se desarrollaron a través de la historia.

Por lo general estos edificios contenía no solo la idealización de un ser supremo, sobrenatural; fueron estos el reflejo de los adelantos en las ciencias y las artes y se representaban por medio de los decorados y los diversos objetos que dentro de ellos se encontraban.

En el templo masónico pueden apreciarse estos símbolos que resumen el conocimiento que la humanidad tiene de su medio y el dominio que puede ejercer sobre el, uno de ellos es el “Mar de bronce”, que estaba situado en la esquina Sudeste del atrio, cerca de la entrada del Templo.

En efecto, el Mar de bronce se encuadraba dentro de un simbolismo cósmico, pues esa denominación le venía seguramente porque con él se quería representar el “Océano celeste” (las “Aguas superiores”), ya que estaba repleto de agua hasta sus bordes, y su forma era enteramente redonda, como el cielo. Si bien es verdad que como relata el segundo libro de Crónicas, 4, 6, el Mar de bronce se usaba para las abluciones de los sacerdotes, en la antigüedad, con el paso del tiempo se fue desvirtuando este concepto tomándolo como un símbolo de purificación por medio del agua, esto debió ocurrir en una época en que se había olvidado su primitivo significado, que era (según las investigaciones que al respecto se han realizado) el de servir como observatorio astronómico, como sucedió en Mesoamérica en diversos templos prehispánicos y fuentes naturales como los cenotes abiertos en la península de Yucatán, puesto que la superficie plana del agua hacía de espejo en donde era posible contemplar el mapa celeste, y por tanto la rotación regular de los astros, planetas y constelaciones, permitiendo establecer medidas y cálculos y así llevar un seguimiento de sus ciclos, los que se ponían en relación con el calendario litúrgico y ritual. Esta interpretación sobre el Mar de bronce se refuerza por el hecho de que éste estaba soportado por cuatro grupos de tres toros cada uno también de bronce, que en total suman doce, número de las constelaciones y signos zodiacales, según la descripción que se da de él. Cada uno de esos grupos estaba orientado según los cuatro puntos cardinales: tres a Oriente, tres a Occidente, tres a Mediodía y tres a Septentrión, disposición que recuerda la situación que ocupaban las doce tribus de Israel en el campamento hebreo, las que también se correspondían con los meses del año.

El Mar de bronce en el templo masónico tiene pues la triple significación de ser el símbolo de purificación en el segundo viaje del aprendiz por medio del agua donde representa los mares embravecidos y la importancia del vital liquido para la supervivencia de la vida, tal ves para el profano sea el primer acercamiento a tomar conciencia del universo que le rodea y lo remita a considerar los ritos de purificación que han existido a través de los tiempos.

El segundo uso de este símbolo es el de observatorio de lo que se tiene constancia tiene como principal propósito el conocimiento del mecanismo del firmamento, necesario para la agricultura, y que se entrelazaba con la función litúrgica, sugiere, que las personas de antigüedad fueron capaces de hacer mediciones astronómicas mucho antes de lo que se creía y con muchísima más precisión de la que los científicos modernos imaginaban.

Mar de bronceOtro aspecto a considerar es el de que además de ser un espejo natural que refleje el firmamento podría considerarse como un espejo de la conciencia donde el hombre haciendo una confrontación al planteamiento de Platón en el VII libro de La República en el mito de la caverna como una explicación alegórica, de la situación en que se encuentra el ser humano respecto del conocimiento. Así explica su teoría de la existencia de dos mundos: el mundo sensible (conocido a través de los sentidos) y el mundo de las ideas (solo alcanzable mediante la razón).

En está relación que se plantea con el mito de la caverna de Platón, El Mar de Bronce, refleja al humano y al universo como las apariencias, es decir, lo que captamos a través de los sentidos y pensamos que es real (mundo sensible). Las cosas naturales, el mundo que está fuera de este reflejo y que los observadores ven de forma distinta, sería el mundo de las ideas, en el cual, la máxima idea, la Idea del Bien, la luz del conocimiento de los astros.

En el mito de la caverna uno de los prisioneros logra liberarse de sus ataduras y consigue salir de la caverna conociendo así el mundo real. Es este prisionero ya liberado el que deberá guiar a los demás hacia el mundo real, es el símbolo del filósofo.

La situación en la que se encuentran los prisioneros de la caverna viene a representar el estado en el que permanecen los seres humanos ajenos al conocimiento, únicamente aquellos capaces de superar el dolor que supondría liberarse de las cadenas, volver a mover sus entumecidos músculos podrán contemplar el mundo de las ideas con sus infrautilizados ojos.

Esta alegoría platónica equiparada con esta interpretación del mar de bronce nos pone de manifiesto una de las misiones que plantea la masonería que es la de combatir la ignorancia por medio del estudio del universo que nos rodea y el conocimiento de nosotros mismos.

El agua al ser un espejo imperfecto que nos hace ver la realidad con una apariencia imperfecta y que esta supeditada a que la superficie de esta se encuentre estable gracias a que el recipiente que contiene el liquido, este a plomo y a nivel para que no se derrame, en contraposición al mito de la caverna El Mar de Bronce para que pueda ser un espejo que refleje nuestra visión del universo, depende de la habilidad y el conocimiento del hombre para dominar el arte y la ciencia.

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Fuente: Revista El Martillo*

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