EL TAROT Y LOS SENDEROS DEL ÁRBOL DE LA VIDA

EL TAROT Y LOS SENDEROS
DEL ÁRBOL DE LA VIDA


Por Ani Zetina

EL DESAFÍO DE CONVIVIR

Preliminar

El Árbol de la Vida y el Tarot están estrechamente relacionados: el Árbol de la Vida es el sistema simbólico que fundamenta el Tarot.
Los Senderos del Árbol de la Vida se corresponden uno a uno con las imágenes de las Cartas Mayores del Tarot y con las veintidós letras del alfabeto hebreo. En el Mazo de Crowley y el de Haindl, entre otros, cada una de las Cartas Mayores lleva impresa la letra corres-pondiente.

Por otra parte, mientras que los Senderos actúan como las vías de conexión, las Sefirot o esferas del Árbol de la Vida, cumplen el pa-pel de estaciones, puntos de llegada y partida. Sefira, en singular y sefirot, en plural, son las palabras que técnicamente se utilizan para referirse a cada una de estas esferas del Árbol de la Vida. Así como dijimos que los Senderos son expresión de las Cartas Mayores y las letras, en las Sefirot se encuentran ubicadas las Cartas Menores y los números.
Este sistema de Senderos y Sefirot supone en su funcionamiento, la complementación de unos y otras: cada Sendero puede precisar su significado de acuerdo a las Sefirot que conecta. Las interrelaciones de Senderos y Sefirot, aplicadas a las diferentes situaciones de la vida de una persona, son herramientas valiosas para brindar orientación.

A continuación, exploraré el tema de la integridad personal, co-mo una de las condiciones para la convivencia humana, a partir de la interpretación de tres Senderos del Árbol de la Vida: los que se sitú-an entre Hod, Yesod, y Netzach y convergen en Tiferet.

• El Sendero veintiséis (26), de Hod a Tiferet, que corresponde en el Tarot, a El Diablo.

• El Sendero veinticinco (25), de Yesod a Tiferet, La Templanza.

• El Sendero veinticuatro (24), de Netzach a Tiferet, La Muerte.

Quien se interne por estos tres Senderos y los recorra en direc-ción a Tiferet, está favoreciendo el despertar de sus posibilidades más auténticas, y el ejercicio de su libertad.

El punto de partida

Despertar la integridad personal es una búsqueda que se manifiesta con más intensidad a partir de los veinticinco años de edad y continúa toda la vida. Se presenta en la forma de un balance acerca de lo que pensamos y sentimos sobre nosotros-as mismos-as y sobre la realidad en la cual nos desenvolvemos. Y especialmente, cuáles fueron nuestras formas de responder y actuar.

Desde el Árbol de la Vida, este interrogante está relacionado con los tres Senderos que mencionamos arriba. Según mi punto de vista, el trayecto ascendente de estos tres Senderos puede ser la guía para descubrir algunas respuestas.

Consideremos el soporte triangular formado por Yesod, Hod, y Netzaj (damos por supuesto a Malkut). En esa base incluimos todo lo que hace posible el nacimiento de un ser, su capacidad para man-tenerse con vida, reproducirse, desarrollar estrategias emocionales y mentales y conectarse e intercambiar experiencias con sus pares. Es-ta estructura se desarrolla en todos los niveles de la vida –en diferen-tes grados de complejidad- y por supuesto en nosotros mismos.
Podemos distinguir en esta tríada:

• un "polo emocional -corporal", que corresponde a Netzaj

• un "polo mental - relacional" que se expresa a través de Hod

• un polo unificador, una “proto-conciencia”, representada por Yesod

A Netzaj, le corresponden los movimientos que se desenvuelven independientemente de la voluntad, tales como el metabolismo, la respiración, la circulación y las regulaciones glandulares, entre otros; la sensibilidad y la sexualidad.

En Hod, se desarrolla la capacidad para planificar acciones con vistas a un fin, la habilidad para desarrollar el lenguaje y la escritura, para comunicarse y establecer relaciones de intercambio, para pen-sar.

Yesod constituye una primera forma de identidad, que se cons-truye a partir del registro de las imágenes del mundo externo, de los sueños y fantasías y de la imagen corporal.

El circuito que conecta estas tres Sefirot, da lugar a la organiza-ción propia del plano mamífero que forma parte constitutiva de los humanos. La llamaremos, organización viva-astuta-ambiciosa.

Favorecer el despegue

Podríamos preguntarnos ¿y para qué más? ¿No es suficiente con planificar mentalmente, soñar - fantasear y metabolizar? Sí, es sufi-ciente, en un nivel de evolución, que es el de la estructura que aca-bamos de denominar "organización viva- astuta-ambiciosa". Ésta re-sulta imbatible en lo que se refiere a la sobrevivencia. Pero cuando se trata ya no sólo de sobrevivir sino de con-vivir, sus respuestas son insatisfactorias.

Para explorar ese pasaje del sobrevivir al con-vivir es esencial atravesar los tres Senderos de la integridad: el de La Muerte, La Templanza y El Diablo. Sólo como individualidades íntegras podre-mos con-vivir, es decir, ampliar el marco de nuestras relaciones, e in-corporar a nuestra vida las dimensiones interpersonal, comunitaria y planetaria: justamente , de lo que se trata es de trabajar el "con" del "convivir". En estos tres Senderos se problematiza lo “humano” de los seres humanos.

La "organización viva- astuta-ambiciosa" ejerce el exclusivo control de nuestras respuestas, olvidando que su valor está en ser una estructura de soporte y no un punto de llegada. En cambio, mi punto de vista es proponer a Yesod, Hod y Netzaj, como el basamen-to imprescindible para recorrer los tres Senderos que faciliten desper-tar a Tiferet., como la meta del recorrido. Los resultados más paten-tes de ese olvido, son por ejemplo, las acciones cuyo único móvil es el máximo rendimiento económico en el menor tiempo posible, des-conectadas del cuidado y protección del medio en que se llevan a ca-bo. Están guiadas exclusivamente por la lógica de la exclusión y la máxima "saber es poder", pero especialmente, "poder de destrucción".

Sendero 26 Los símbolos de El Diablo

La palabra "Diablo", viene del verbo griego diaballo que significa: "separar, sembrar discordia, calumniar". Hace referencia a la división y al enfrentamiento. También se conecta con el verbo ballo: "arrojar", el mismo que aparece en la palabra "símbolo", sólo que en esta última-asociado a la partícula "syn"- quiere decir "arrojar conjuntamente" y en "dia- ballo" significa "arrojar dividiendo o separadamente".

EL DIABLO

Esta etimología es muy reveladora, ya que se conecta con las dos direcciones posibles en el recorrido de este Sendero: la que resca-ta el "dia" de "dia-ballo" -que a nuestro entender se corresponde con el recorrido descendente-, y la que recupera el "syn" de "syn-ballo", propia de la dirección ascendente. "Descendente" y "ascendente" no tienen necesariamente el contenido de "malo" y "bueno" o "inferior" y "superior".

Son dos opciones que conducen a resultados diferentes: en el primer caso, acentúan la fragmentación de los conocimientos y en el segundo, la unificación o síntesis.
Además, este Sendero corresponde a la letra hebrea Ayin, que signifi-ca "ojo, fuente". El ojo, en este significado, no se refiere a nuestros dos ojos como los órganos físicos de la visión, sino a un tercer ojo como herramienta de síntesis. Este tercer ojo supone la actividad de los otros dos, pero avanza un paso más que éstos, en lo que hace a encontrar las confluencias. Lo que nos sugiere este Sendero es que progresivamente vamos abandonando la exclusión, como único modo de comprensión y acción para dar paso a la integración.

La misma diagramación de esta Carta repite este esquema trina-rio: el personaje principal ocupa un tercer lugar, en el punto equidis-tante de una polaridad expresada en las figuras de la parte inferior de la Carta.

El Sendero veintiséis, en su trayecto ascendente, nos propone aprender a sintetizar los opuestos en el plano del conocimiento.

Sendero 25 Los símbolos del Arte o La Templanza

La palabra "templanza" está conectada con el latín temperare, que quiere decir "mezclar o combinar adecuadamente". Cómo combina-mos adecuadamente lo diverso, y en qué grado lo hacemos, es un tema de este Sendero.

El temple en la música, por ejemplo, hace referencia tanto al acuerdo armónico de varios instrumentos o voces, como a la exce-lencia del sonido que emite uno solo de ellos.
Ahora bien, en el Sendero veinticinco, el instrumento del cual se trata somos nosotros-as mismos-as, combinando las armonías que mejor puedan expresar nuestros propios sonidos.

Para poner de relieve que sólo mediante la actividad de la síntesis alcanzamos Tiferet, la figura de esta Carta consiste en un movimiento continuo de intercambios y equilibrios, a través del juego de los opuestos. Esto se puede observar en la tez de dos tonalidades: pálida y oscura; en un rostro con rasgos femeninos y masculinos; en el cabello oscuro adornado con la corona luminosa; en el haz de fuego y la copa de agua, que sostiene en sus manos el personaje.

Y al pie de la Carta, el caldero dorado, el recipiente en el cual se procesa la nueva composición alquímica.
Este Sendero corresponde a la letra Samej, que significa "sos-tén". Es la indicación de que nuestro único sostén para evolucionar es mantenernos abiertos a la síntesis. Tenemos que distinguir "sos-tén" de "seguridad". Podemos vivir rodeados de "seguros"; sin embargo, cuanto más "asegurados" externamente nos encontremos, menos "sostenidos" internamente estamos.

La búsqueda de seguridad nos ata a lo ya conocido, al pasado. El estado de seguridad es estático y está anclado en el miedo; en cambio, lo propio del sostén es ser di-námico, aceptar los miedos y las desconfianzas, pero igualmente ac-tuar. "Sostener", en el Sendero veinticinco es aceptar los desafíos, sa-biendo que nuestros miedos están al acecho para detenernos. Las si-guientes preguntas son afines a este Sendero:

“¿cómo vine respondiendo hasta este momento y qué es lo que quiero cambiar"

¿qué es lo nuevo que está surgiendo?"

"¿cuáles son mis lugares de seguridad?"

"¿cómo busco mi propia dirección?"

"¿qué es lo que tiene sentido para mí?"

Como ya adelantamos el Sendero del Arte o La Templanza co-necta Yesod con Tiferet, es el Sendero que va de la Luna -regente de Yesod- al Sol -el planeta que corresponde a Tiferet. Yesod simboliza el lugar en el que estamos seguros y protegidos, pero también cristali-zados y detenidos. Yesod, en su sentido más limitado, nos propone una infancia eterna; en cambio, en su sentido más rico funciona co-mo nuestra aliada, como la base desde la cual nos lanzamos al futu-ro.

El Arte o la Templanza está atravesada por el Sendero veintisiete, La Torre; el cruce de estas Cartas significa que sólo hay Arte o Templan-za si se caen las estructuras armadas y rígidas, lo que libera las nue-vas energías.

El Sendero veinticinco, nos propone la síntesis en el plano de la acción, rectificando nuestras conductas basadas en apegos y condicionamientos.

Sendero 24 Los símbolos de La Carta XIII

Como ya dijimos, cada una de las Cartas Mayores del Tarot se corresponde con una letra del alfabeto hebreo. La consonante Nun, que acompaña a esta Carta, significa "pez, germen”. El pez alude no sólo a los orígenes más remotos de la vida, sino también a su fecundidad. El germen es vida en forma latente, promesa de un nuevo ser.

LA MUERTE

El Agua de la Carta XIII simboliza, desde un enfoque psicológico, lo inconciente, el nivel más arcaico del psiquismo.

Una de las conexiones posibles entre los símbolos del pez, el germen y el agua- puede indicar que la aceptación y el contacto con los productos de lo inconciente es regeneradora y renovadora. Hay una gran fertilidad en ese mundo, en apariencia tan oscuro, así como hay vida aún en las oscuras profundidades de los océanos.

El efecto inmediato es de purificación; se moviliza el miedo, la culpa y la envidia. En lugar de luchar internamente para ignorar es-tas emociones, nos va ganando su aceptación; aceptarlas es recono-cer que traen un mensaje.. En este Sendero no funciona ni el ponerse "en contra", ni el quedar “encharcado”; es el Sendero de la aceptación activa, que quiere investigar hasta el fondo, no de la aceptación re-signada. Posiblemente señalen alguna de nuestras limitaciones.

En la figura de la Carta, el esqueleto y la guadaña, anuncian nuevas formas de vida. El esqueleto en movimiento, resalta la trans-formación y el cambio, no el estancamiento. Danzando y a golpe de guadaña crea nuevas formas y renueva lo que está gastado.

Transformar es dar lugar a una forma diferente a la ya conocida, es hacer un movimiento de lo ya frecuentado a lo novedoso.
La transformación es, en el plano emocional equivalente a la sìntesis, en el plano mental; observen en el Árbol de la Vida la corre-lación de los dos Senderos, el veintiséis y el veinticuatro.

El Sendero veinticuatro nos propone la transformación, en el plano de la emoción.

Cuando los tres Senderos en los que nos internamos funcionan comandados por el poder magnético de Yesod, el cuadro de situación es el de un ego rígidamente polarizado -El Diablo- accionando confu-samente a partir del miedo -Arte o La Templanza- conectándose emocionalmente a partir de los odios, resentimientos, venganzas y envidias -La Muerte-.

Sin embargo, estos mismos Senderos conducidos desde Tiferet, activan nuestra capacidad de síntesis mental -El Diablo-, nos poten-cian para aceptar los desafíos que nos permiten evolucionar -Arte o La Templanza- y nos purifican emocionalmente -La Muerte-.

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