EL CABALLO MARINO (Leyenda chilena)

El Caballo Marino

Aunque muchos puntos geográficos suelen disputarse la cuna del caballo marino, la verdad es que en casi todas las tradiciones costeras existe la creencia en estos corceles que a las verdes praderas prefieren las profundidades del mar, ríos, lagos o lagunas.

En Chile, sin ir más lejos, los vecinos de la laguna del Llico están convencidos de que ella alberga uno de estos animales mitológicos que, tal como los caballos terrestres cambian de potrero, cada cierto tiempo abandona sus aguas nativas y se traslada a la laguna de Calmi, arreando consigo hasta allí una abundante pesca.

Donde quiera que haya nacido, este caballo fabuloso es hijo legítimo del mar. Y, “vivo retrato de su padre”, representa el incansable oleaje marino, siempre arrojando espuma por la boca y lanzando estruendosos relinchos. Corre a la velocidad del viento costeño y sólo se deja domar con riendas de sargazo.

Es así como habrán logrado montarlo los primeros brujos de Chiloé, que desde entonces lo usan para trasladarse de una isla a otra, ya sea para cometer sus fechorías, asistir a sus aquelarres (asambleas de brujos) o simplemente para abandonar el Caleuche en alta mar.

Según testimonio de quienes lo han visto, tiene la altura de un quincho (cerco de estacas) ¡y tan largo que sobre su lomo puede llevar cómodamente un cabildo completo!

Fuente: Mitos y Leyendas de Chile, Floridor Pérez.

Comentarios